Mujer haciendo un picnic con alimentos veganos

Ilustración: Clara

Viviendo la vida veggie

6 Ago 2020 | Vos y el mundo

Hace un tiempo, Harta publicó una primera nota sobre la decisión de adoptar un estilo de alimentación vegetariano o vegano y algunas cosas que tenías que tener en cuenta. Ahora te quiero contar un poco más sobre el tema enfocado en la adopción de un estilo de vida que incluye más que la alimentación. Para eso te contaré la experiencia de varios jóvenes y compartiré algunos tips de nutricionistas.

Cada vez somos más

La Unión Vegetariana Internacional informa que hay más de 600 millones de vegetarianos en el mundo. En Uruguay, somos cerca de 120 mil personas veganas o vegetarianas. Yo no conocía estos números y me sorprendí, pero es cierto que en los últimos años varias personas de mi círculo tomaron la decisión de sacar la carne y derivados de animales de su alimentación. Tener contacto con estas personas y aprender de ellas ha sido fundamental en mi propia transición al vegetarianismo. ¿Y vos? ¿Te estás planteando un cambio así?

Empezá por preguntarte: ¿por qué?

Antes de volverte vegana o vegetariana, es importante tomarte el tiempo para aprender y cuestionar. Como probablemente ya sabés, los veganos no consumen ningún producto de origen animal o producidos por animales, lo que incluye —además de la carne— a derivados como huevos, productos lácteos, miel, entre otros. Los vegetarianos sí optan por consumir alimentos derivados.

Además de las diferencias de dieta, la activista Sofía Abal —que es vegana hace más de dos años y lidera la organización Montevideo Animal Save— explica que el veganismo conlleva un estilo de vida que no acepta la explotación animal de ninguna forma: «No nos vestimos con ropa que venga de la explotación animal, no utilizamos productos testeados en ellos, no asistimos a espectáculos que los involucren», explica.

Motivaciones profundas

El veganismo surgió como una postura crítica al especismo, que es la creencia de que una especie es superior a las otras. ¿Por qué deberíamos considerar que el ser humano es superior a los animales y que tiene el derecho de explotarlos? Este cuestionamiento llevó a muchas personas a reflexionar sobre su manera de alimentarse y vivir. Sofía explica que, como muchos -ismos que conocemos (machismo, racismo…), el especismo es una forma más de discriminación y opresión.

Además de un propósito ético, muchas personas también eligen dejar la carne y derivados para colaborar con el medio ambiente. La nutricionista Leticia Romero, que se especializó en dietas vegetarianas y veganas, afirma que llevar una alimentación así ayuda a disminuir la propagación de los gases de efecto invernadero y la contaminación del suelo y agua, problemas causados principalmente por la actividad agropecuaria.

Miedos y dificultades

El consultorio de la nutricionista María Eugenia Torres recibe cada vez más visitas de personas que desean iniciar una dieta veggie. La mayoría, cuenta, son mujeres jóvenes o adolescentes acompañadas de sus madres y padres. Además de ayudarlas, María Eugenia trata también de generar tranquilidad a los adultos, que muchas veces no están seguros de esta transición.

El miedo más común es la duda de si podrán tener una alimentación completa. Sofía recuerda que sintió este temor, porque no sabía qué comían los veganos. Pero al investigar y conocer a otros activistas, fue entendiendo que hay un universo de opciones.

La estudiante Dharma Perla Namor decidió volverse vegetariana cuando tenía 12 años. Su proceso arrancó a partir de charlas con una tía vegetariana y su curiosidad, que la llevó a investigar sobre la explotación animal. Hoy, con 19, cuenta que lo más difícil al inicio era ser la única vegetariana en muchos grupos y sentir que complicaba a los demás: «Iba a la casa de mis amigas y sus papás cocinaban y capaz no sabían. Tenía que decir ‘no, no como eso’. Te da un poco de vergüenza».

Sin embargo, con el tiempo y muchas conversaciones, las personas a su alrededor se acostumbraron y aprendieron de ella. Tanto que hoy en su grupo de cinco amigas, cuatro son vegetarianas o veganas e incluso su hermana de 14 años también transicionó.

El aspecto social ha sido lo más difícil también para Sofía. Curiosamente, las dos jóvenes dicen que dejar la carne no les resultó complejo: estaban tan convencidas que ese fue el paso que menos les pesó.

Un cambio consciente

Leticia coincide con Dharma y Sofía en que la claridad en el propósito es fundamental, porque es importante hacer un cambio consciente: “Que no sea por moda o por seguir un grupo de personas para pertenecer, sino que sea un cambio con sentido, ya sea por ética, por moral o por la parte ambiental”.

Hoy en día hay mucha información disponible sobre el vegetarianismo y veganismo, y aprender sobre el tema te puede servir para empoderarte y afirmarte en tu decisión. Para ayudarte en tu proceso, al final del texto dejé varias fuentes de información.

¡Estoy decidida! ¿Y ahora?

Ahora es momento de pensar en concreto cómo esta decisión impacta tu vida y tu salud. Es recontra importante aceptar que al dejar de consumir carne y otros productos es preciso sustituirlos para no perder ningún nutriente fundamental para tu desarrollo. En este paso deberías contar con apoyo profesional para aprender a planificar y entender cómo tu cuerpo necesita atravesar este cambio.

Leticia decidió especializarse en este tipo de alimentación porque ella es vegetariana hace ocho años. Algunos de los beneficios que identifica son el mayor consumo de fibras y otros nutrientes gracias a una alimentación rica en frutas y verduras. Junto con un menor consumo de grasas, muy presentes en la carne, hay menores concentraciones de colesterol, menor riesgo de enfermedades cardiovasculares y diabetes, una presión arterial más controlada, entre otras ventajas.

Sin embargo, todos estos beneficios se pueden perder si hay una mala planificación. Leticia explica que además del riesgo de una carencia de nutrientes, la falta de organización muchas veces lleva a un mayor consumo de alimentos como las harinas y los azúcares, que en exceso no hacen bien. María Eugenia también destaca que la planificación es esencial: «Hay que sostenerse en el tiempo… no es que un mes la hago considerando todos los factores necesarios para tener una alimentación completa y el otro mes me olvido y relajo. Requiere, para tener buena salud, de constancia».

Recomendaciones

En general al inicio se recomienda un examen de sangre para evaluar la salud y valores como el hierro, hemoglobina, vitamina D, entre otros. En el caso de quienes no consumen huevos y lácteos, es especialmente importante controlar y suplantar la vitamina B12, un componente de origen bacteriano muy presente en las carnes.

Con estos datos la nutricionista podrá ayudarte a planear tu dieta y los suplementos. Varios alimentos pueden sustituir las proteínas que aporta la carne. Las legumbres (lentejas, porotos, garbanzos), los frutos secos (nueces, maní) y los pseudocereales como la quinoa, el mijo, el amaranto son opciones altas en proteína. También está el seitán, el tofu o la proteína texturizada de avena o de soja. El hierro y otros minerales que muchas veces sacamos de la carne también pueden ser sustituidos por las legumbres y las verduras de hojas verdes, como la espinaca, el berro, el brócoli, la rúcula, el perejil, entre otras. El omega 3, que se encuentra en los pescados, es abundante en alimentos vegetales como las semillas de chía, la palta y las nueces.

¿Y los costos? Suele creerse que una dieta vegetariana o vegana puede ser más cara. Sin embargo, Leticia explica que todo depende de los alimentos que elijas y que hay opciones más económicas que otras. «En el caso de los frutos secos, el maní sin sal y semillas de girasol, por ejemplo». Consumir frutas y verduras de estación es algo que puede abaratar mucho, aconseja Leticia, que también defiende opciones caseras como leches vegetales hechas con avena o arroz, y hamburguesas de legumbres que son súper económicas.