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Hablemos de la cultura de la pedofilia

Hablemos de la cultura de la pedofilia

13 May 2019 | Conversemos, Redactora: Ania

Cuando hablamos de pedofilia, entendemos que es la atracción sexual de cualquier persona hacia menores.

Nuestra cultura, así como muchas otras, avala e impulsa a las mujeres a cumplir ciertos cánones de belleza que, en realidad, nos hacen parecer niñas y no mujeres.

¿Cómo es esto?

Desde que empieza a crecernos vello en las piernas, axilas y pubis, se nos obliga a depilarnos. Cuando subimos de peso, se nos recomienda estar más delgadas. Miles y miles de cremas intentan hacernos más suaves, de pieles tirantes, sin manchas, perfectas. Y cada vez nos vamos pareciendo más y más a quienes éramos con 9 años y no con 20.

A medida que vamos creciendo, vamos interiorizando inconscientemente un montón de aspectos de esta cultura, que avala el desarrollo de una sociedad impulsora del descontento de las mujeres con ellas mismas.

Esta cultura no solamente se reafirma por cánones de belleza, sino por las series que consumimos, los libros que leemos, las canciones que escuchamos y lo que vemos en internet.

¿Quién no fue víctima de la típica novela de vampiros en la que la protagonista humana de 16 años se enamora del guapísimo vampiro de 500, que tiene el aspecto físico de un hombre de 30? O, es más, ¿quién no cantó aquella canción que hablaba de “sugar daddies” o de los famosos “daddy issues”? ¿Y qué pasa con las celebridades que fomentan el uso de laxantes o polvos mágicos a través de las redes sociales?

Hasta no hace mucho tiempo, yo consumía estas series, caía en estas publicaciones y entonaba tales canciones, sin darme cuenta del daño que me estaban haciendo a mí y a quienes me rodeaban. Consideraba que no había problema con que alguien varios años mayor me hablase con segundas intenciones e incluso animaba a amigas a que entablaran conversaciones con personas mucho mayores a ellas.

Había cosas, igualmente, que no lograba entender o que criticaba aun desde mi inconsciencia. ¿Por qué estas personas se afanaban en hablar sobre la “madurez” de mis amigas? ¿Por qué no buscaban personas de su edad? ¿Por qué, cuando surgía algún tipo de problema, estas personas recalcaban la diferencia de edad entre ellos dos?

Hasta que entendí.

No se trataba de interés real ni de “amor”. Esas relaciones alimentaban la necesidad de dominio de la persona mayor sobre la menor. Esas relaciones enfermaban a mis amigas, pero era tal el enredo que terminaban convenciéndose de dos cosas: que no eran suficiente y que debían mejorar, sin importar qué.

Estaba clarísimo para ellas que todo aquello era por decisión propia, pero ¿hasta dónde es una la que elige si la construcción de estas relaciones es cultural? Si vemos a nuestras abuelas casadas con hombres 15 o 20 años mayores, lo tomamos como natural. Vemos cómo las niñas crecen y poco a poco van siendo preparadas para la espantosa realidad: van a ser acosadas, van a tener que acostumbrarse a sufrir por varias cosas, van a tener que comportarse según lo correcto y van a vivir así por lo que resta de sus vidas.

Es por esto que necesitamos un cambio. Necesitamos dejar de consumir a las Kardashian con sus chupetines que suprimen nuestros apetitos, necesitamos dejar de sentir la obligación de andar depiladas, necesitamos que las niñas no vean por la tele relaciones que tienen siglos de diferencia de edad. Necesitamos dejar de necesitar parecer 10, 15, 20 años menos para la satisfacción de quien nos mira desde fuera. Necesitamos ayudarnos, protegernos y destruir lo que queda de esta cultura.

Ania

Ilustración: Nat

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