Ojo con el estrés
ATENTI: Este artículo tiene lenguaje inclusivo*
Se suele hablar del estrés como algo relacionado a la vida adulta, derivado de las
responsabilidades del trabajo, las finanzas del hogar, la familia… Pero está lejos de ser exclusivo de les adultes: cada vez hay más adolescentes que presentan síntomas de estrés y hasta afecta a les niñes.
¿De qué hablamos cuando hablamos de estrés?
El estrés puede definirse de distintas maneras, pero en general se habla del “proceso que se pone en marcha cuando una persona percibe una situación o acontecimiento como amenazante o desbordante de sus recursos”
Casi siempre se trata de eventos que implican cambios o sobreexigencias. Si bien hay algunas circunstancias estresantes más o menos generalizables, no a todes nos estresan las mismas cosas e incluso puede que algo que en un momento de la vida nos resulte estresante, no lo sea en otro.
El estrés, en abstracto, no es necesariamente malo: ponernos en alerta ante ciertas situaciones puede ayudarnos a resolverlas mejor y más rápidamente. Pero si el estrés persiste, si estamos en esa situación permanentemente, puede tener consecuencias muy negativas para nuestra salud mental y física.
Estrés en la adolescencia
Aunque la adolescencia siempre fue una etapa de cambios, ahora lo que es vertiginoso es el mundo mismo y hay hechos que generan más estrés: mayor presión en lo educativo, incluida la idea de que hay que saber qué querés estudiar o de qué querés trabajar en el futuro desde muy temprano; cada vez más actividades fuera del horario del liceo; mayor presión social derivada de las redes sociales, etcétera.
Factores como estos llevan a que exista una mayor cantidad de adolescentes estresades hoy. La probabilidad aumenta cuando, además, influyen otros contextos como los de pobreza o violencia familiar.
¿A qué síntomas tengo que prestarles atención?
A veces nos sentimos estresades y podemos adjudicarlo enseguida a algo concreto: los nervios por un examen, un problema familiar o una situación difícil con amigues, por ejemplo. Pero en un montón de casos, nuestro cuerpo y mente manifiestan a través de síntomas algo que nos está pasando y que de repente todavía no sabemos bien por qué.
Si te sentís con excesivo cansancio, con episodios de bajón, mareos o palpitaciones rápidas, estás durmiendo mal o comiendo demasiado o muy poco, pensá que es hora de actuar.
Entonces, ¿qué hago?
Antes que nada: hablá con une adulte de tu confianza que te pueda guiar. Si identificaste que estás estresade por cosas concretas, planteá que lo notaste y que querés atajar la situación antes de que sea peor. Si te diste cuenta a partir de síntomas, lo mejor es que enseguida consultes con une médique, porque esos síntomas pueden tener raíz en otro tipo de problemas de salud más allá del estrés.
Si estás sufriendo de estrés, lo ideal, si podés, sería que comenzaras una terapia. En paralelo, está bueno que intentes buscar formas de tranquilizarte cuando notes algún síntoma. Acá no quiero caer en el discurso barato de que todo depende de une, pero sí hay elementos de autocuidado que podés aplicar para sobrellevar la situación. Una vez, por ejemplo, me recomendaron una práctica interesante: respirar hondo por la nariz durante unos 4 segundos y dejar salir el aire por la boca durante un lapso equivalente y repetirlo varias veces consecutivas.
También podés encontrar actividades que te desconecten y te hagan bien: caminatas, deporte, lectura, meditación o cualquier tipo de actividad creativa o manual que notes que te disminuye la sensación de estrés y te permita relajarte. Para todes es algo distinto y pueden ser varias cosas a la vez; ¡en esto hasta se pusieron de moda los libros para colorear!
Cin Bichito luchando contra el mundo since 1984. Tengo tantas cosas que quiero leer, escribir, aprender y probar, tanta música para escuchar, tantos lugares para conocer y tantos gatitos para acariciar que no me va a dar la vida, pero moriré intentando.