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Varias ilustraciones de sentimientos cuando tenemos ansiedad: manos sudorosas, palpitaciones, etc.

Conviviendo con la ansiedad

5 Oct 2020 | Cuidate

Volvieron las clases presenciales y las actividades diarias de la “normalidad” y, con su llegada, surgen diferentes sentimientos. Además de alegrarte por ver a tus amigas, disfrutar del aire libre y el regreso presencial a actividades físicas y recreativas, es normal sentir nerviosismo por volver a la rutina, inquietud de cómo funcionará todo (por ejemplo, el manejo de las nuevas prácticas que trajo consigo el coronavirus como la distancia social y uso del tapabocas), así como también la presión de rendir en el liceo y otros múltiples factores personales que pueden afectarte y se ven potenciados en esta situación tan particular.

¿Qué es la ansiedad y cómo reconocer cuando nos afecta demasiado?

La ansiedad es una emoción normal que nos acompaña durante toda la vida, hay momentos en los que puede intensificarse, como en la situación actual. No hay edad para sufrir ansiedad: hay casos en niños, adolescentes y adultos.

Cuando la ansiedad te impide disfrutar o te inhabilita en varios aspectos de tu vida diaria, la mejor recomendación es pedir ayuda a un familiar, un amigo o, sobre todo, a un profesional médico: un psiquiatra te recomendará cómo actuar ante tu ansiedad, ya sea derivándote a un psicólogo, recetándote medicación, incentivándote a ir grupos de ayuda…

Síntomas de la ansiedad

Los síntomas más frecuentes son: preocupación constante por temas que podrían no ser tan graves, pensar demasiado en todo, ser incapaz de relajarse (se está en constante estado de alerta, atento ante posibles peligros), dificultad para pensar con claridad (no poder poner la “mente en blanco” debido a sobrecarga mental), la sensación de estar al límite y de no encontrar nada que calme o ayude a parar la adrenalina.

También se hace difícil tomar decisiones, se proyectan las inquietudes sobre el futuro y se olvida vivir y disfrutar el presente. Además, la ansiedad puede venir acompañada de síntomas físicos como fatiga, insomnio, dolores musculares, temblores, agitación, irritabilidad, náuseas, diarreas, entre otros. La ansiedad facilita también una interpretación catastrófica de las sensaciones corporales.

La adolescencia y la ansiedad

La adolescencia es una fase de la vida donde hay múltiples vulnerabilidades, que pueden ser factores de riesgo para desarrollar ansiedad u otros trastornos mentales. Te comento algunos que menciona la Organización mundial de la Salud (OMS): la presión social de pertenecer a un grupo, el deseo de ser más independiente, la exploración de la identidad sexual, la influencia de los medios de comunicación, la calidad de vida doméstica, las relaciones de amistad, factores socioeconómicos, de género, o ser expuesta a episodios de cualquier tipo de violencia.

En Uruguay, la ley N°19.529 (2017) señala que los trastornos mentales están “asociados en la mayoría de los casos con el malestar y con la interferencia con el funcionamiento personal. Toda afectación de la salud en los seres humanos implica componentes mentales y somáticos, que se dan en un contexto social determinado”.

Es clave entender cómo afecta lo emocional al plano físico, y también que tu contexto y tu forma de relacionarte con él (familia, amigos, liceo, medios de comunicación) afectan directamente a tu salud. Así como te cuidás del coronavirus a través del distanciamiento social, la higiene de manos y el uso de tapabocas, también tenés que cuidar tu salud emocional y mental. Es igual de importante que la salud física. No hay ninguna vergüenza en sufrir de ansiedad, de depresión o de cualquier otro trastorno, es importante poder naturalizar este tema.

¿Qué es una crisis de ansiedad?

Es una respuesta repentina de miedo o malestar intenso que llega a su pico máximo en cuestión de minutos. Usualmente, los síntomas mencionados antes se vuelven muy intensos, al punto de ser intolerables. También puede venir acompañada con dolor en el pecho y sensación de extrañeza, de miedo a perder el control sobre vos misma.

¿Por qué tengo una crisis de ansiedad?

Las crisis de ansiedad son signos de otras problemáticas que no estás pudiendo manejar o resolver y el cuerpo las muestra como una crisis. Las dificultades que no expresás verbalmente y quedan rondándote en la mente explotan muchas veces en estas crisis de ansiedad.

La frecuencia de las crisis son un indicador para saber cuándo la ansiedad (sentimiento normal) está saliéndose de control.

La respiración y las crisis de ansiedad

La respiración tiene un rol muy importante durante las crisis de ansiedad inesperadas. Está muy vinculada a las emociones: normalmente se acelera cuando estás nerviosa y especialmente en las crisis de ansiedad. La hiperventilación provoca los síntomas de opresión que sentís en el pecho. Al controlar la respiración es más fácil que la ansiedad vaya disminuyendo. Lo primero que podés hacer es hablar en voz baja y respirar por la nariz y la boca manteniendo un ritmo constante.

Tips para el equilibrio emocional

Jessica Vega Puch, en su libro Botiquín de emergencia emocional, menciona actividades que ayudan a lograr un equilibrio emocional. Es importante hacerse un tiempo para: descansar, realizar ejercicio físico, concentrarte en alguna actividad intelectual (estudiar para el liceo, leer, etc.), jugar, relajarte… Reservate un momento del día para pensar en tus sentimientos, en si hay algo que te preocupa, o para pensar en las cosas buenas que te pasaron (se conoce a este ejercicio como “tiempo de interiorización”).

Para recordar

“Fracasar es parte del proceso para mejorar. Las personas resilientes dan por hecho que para conseguir algo tienen que intentarlo varias veces” (Vega Puch).

Controlar la ansiedad es una tarea muy difícil, ya sea que tengas un diagnóstico y estés haciendo un tratamiento psicológico o con medicinas, o si te viene muy puntualmente en períodos de estrés. Lo más importante es no sentirte mal si un día “recaés”. Controlar esta emoción y aprender a que no te inhabilite en tu vida diaria no es un proceso lineal. Alegrate por tus avances y seguí manteniendo un estilo de vida sana.

¡No te olvides de compartir tus emociones y de pedir ayuda en momentos de crisis a las personas que te quieren! ¡No te aísles!

 

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Redactora: Lucía Ainhoa
Ilustración: Romi Mosquera
Este artículo fue escrito e ilustrado por integrante de nuestro equipo de colaboradoras fijas. ¡Sumate vos también! Acá podés encontrar un formulario para ponerte en contacto con nosotras.

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