No es gracioso: gordofobia en tiempos de cuarentena

Como ya sabrás, desde hace algunas semanas prácticamente el mundo entero está de cuarentena o con medidas de distanciamiento social físico. En algunos países de forma obligatoria, en otros voluntaria, pero en todos con el mismo objetivo: disminuir los contagios del COVID-19, un virus que fue declarado pandemia.

En nuestro país las clases se suspendieron y se cancelaron actividades al aire libre o que produjeran aglomeraciones. Juntarse con amigas y amigos no es aconsejable, por eso las redes sociales se han convertido en el sostén de muchas personas a través de videollamadas, desafíos virales, memes que te sacan una sonrisa… Pero ¿te pusiste a pensar de qué nos reímos?

Los chistes a la balanza

Revisando las distintas redes se ve que uno de los chistes más comunes se refiere al sobrepeso. En Instagram, por ejemplo, se pueden encontrar decenas de memes con imágenes del antes y después de la cuarentena donde se modifica el cuerpo o se cambia a la protagonista y se muestra el resultado (un cuerpo gordo) como algo que nadie quiere. ¿Te habías dado cuenta?

También se pueden ver invitaciones a comer sano o hacer ejercicio que muchas veces se enfocan más en tratar de no estar gorda que en buscar un modo de vida saludable. O se leen infinidad de comentarios, principalmente de mujeres, quejándose de que si siguen en sus casas van a terminar engordando, siempre dejando claro que eso es una preocupación.

Las burlas acerca del sobrepeso son una forma de gordofobia una acción que a veces tenemos tan naturalizada que no la vemos como tal. Vale preguntarnos: ¿por qué se toma para chiste un cuerpo gordo?, ¿de dónde surge ese miedo o rechazo a engordar?

Luchando contra un modelo único de cuerpo

En los últimos años el movimiento de aceptación personal y body positivity ha ganado terreno y cada vez vemos más diversidad de cuerpos modelando, protagonizando campañas publicitarias, etcétera. Sin embargo, esto aún no ha sido suficiente para contrarrestar la representación hegemónica de belleza que publicidades, películas y revistas asocian siempre a la delgadez y que todas nosotras hemos consumido desde chicas.

Aún hoy muchas influencers nos invitan a amarnos como somos al mismo tiempo que comparten tips para lograr tener un vientre plano como el de ellas o ”quemar toda esa grasa que nos comimos el finde“, o las vemos usar emojis de chanchitos o llamarse a sí mismas “gordas” por comer un alfajor. Ni hablar de los retoques digitales que usan para modificar su aspecto (quitar estrías, celulitis, moldear las curvas). Entonces, ¿cuál es el mensaje que mandan a sus seguidoras?

La salud como escudo para la discriminación

La primera justificación de quienes atacan a los cuerpos gordos suele ser la preocupación por la salud, y a quienes denuncian la gordofobia o exhiben sus cuerpos gordos se les critica que hacen apología de la obesidad, pero ¿qué tan real es eso?

La obesidad es un problema de salud grave que puede generar otros padecimientos y que debe ser tratado, pero también es cierto que no todos los cuerpos gordos son obesos y que no todas las personas gordas son insanas.

Si de verdad la preocupación es la salud, ¿por qué no vemos comentarios del mismo estilo sobre personas que por genética son delgadas, pero que comen mucho y “mal“? ¿Nos preguntamos si esas personas tienen colesterol, diabetes o hipertensión? ¿No pensamos que así como hay personas que genéticamente son delgadas hay otras que al revés, aunque coman sano?

Ningún cuerpo está mal

Esta nota no busca excluir a quienes se ajustan a los cánones de belleza establecidos, tampoco marcar a algunas como buenas y otras como malas ni castigar a quienes deciden hacer dieta para cambiar su cuerpo. Todo lo contrario: busca recordarnos que no hay un solo tipo de cuerpo que esté bien. La idea es reflexionar juntas sobre la importancia que como sociedad le damos al peso (ya sea cuando es de más o de menos del considerado “ideal”), y cómo lo que para algunas personas puede ser gracioso para otras es dañino.

Redactora: Camila Cardoso

Ilustración: Nat