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Se muestran unas botas de lluvia con un bastón blanco

No es el bastón, sino quien viene detrás

El 15 de octubre es el día internacional del bastón blanco. Hoy te contamos qué es y cómo se utiliza, y aprovechamos la excusa para darte algunos tips por si te cruzás con una persona con discapacidad visual y querés darle una mano.

Una herramienta importante

El bastón blanco es una ayuda técnica que utilizamos las personas ciegas para movernos con autonomía, tanto en las calles como en espacios cerrados que no conocemos. También existe el bastón verde, que sirve para lo mismo, pero es utilizado por personas con baja visión.

Moviendo el bastón en un arco del ancho de nuestras caderas podemos detectar escalones y obstáculos que están a nivel del suelo. Y también es una forma de identificarnos como personas con discapacidad visual ante la sociedad.

Esta técnica que usamos para mover el bastón fue creada en Estados Unidos luego de la Segunda Guerra Mundial, tras la que muchos soldados quedaron ciegos.

Para una ciudad accesible, también te necesitamos a vos

El bastón brinda autonomía, pero no es lo único necesario para tenerla. Las personas con discapacidad visual, además de aprender a usarlo, por lo general necesitamos aprender otras técnicas, que se llaman técnicas de orientación y movilidad.

Pero tampoco alcanza con saberlas bien, porque las ciudades tienen obstáculos más difíciles de sortear. Por ejemplo, los obstáculos que no tocan el suelo no son detectables con el bastón. Las plantas que sobresalen hacia la calle, las ventanas que abren hacia fuera, los contadores de UTE que sobresalen de las columnas, las rejas que quedan abiertas… son todos elementos que pueden hacer que nos llevemos un buen golpe. Si ves que en tu casa hay alguna de estas cosas, estaría buenísimo que pudieras comentarlo con quienes vivan contigo para ver si las pueden sacar o resolver de otra manera. Tampoco está bueno que las veredas queden bloqueadas por vehículos u otros objetos que impidan el paso: tener que bajar a la calle es peligroso para todos.

Algunas recomendaciones

Si te encontrás con una persona ciega o con baja visión, lo primero que te recomiendo es que te acerques para que note tu presencia. Por favor, no la toques antes de hablarle y tampoco le grites. No es necesario y además puede dar miedo, ¿a vos no te pasaría? Hablale tranqui, no es un extraterrestre. Es una persona que, como todas, puede ser más o menos buena onda, estar en un día genial o en uno muy malo, igual que vos.

Siempre preguntá qué ayuda necesita antes de pasar a la acción; si no, va a ser un lío. Tengo mil anécdotas de personas que me han cruzado la calle que ellos querían en vez de la que quería cruzar yo. Y hablando de cruzar calles, ese es un momento en que una mano nunca viene mal, aunque a veces elijamos cruzar solos.

Si ves que algo puede ser peligroso para una persona con discapacidad visual, intentá contarlo con calma y no usar indicadores como “allá” o “acá”. Mejor decí ”a la izquierda”, “a la derecha”, ”adelante”.

Si hay alguien con bastón en la parada, preguntale qué ómnibus toma. Si tu ómnibus pasa primero, tomalo tranquila, pero antes avisale a la persona, así sabe que te vas. Si podés, preguntale a alguien más si le puede avisar cuando venga el que espera.

Si ayudás a que la persona suba al ómnibus, con que la guíes hasta la puerta está bien. Para guiarla, en este caso o en cualquier otro, ofrecele tu brazo para que se tome de él. Siempre es importante que vos vayas adelante. Si es un lugar estrecho, puede tomarte de los hombros.

Recordá que el bastón y tus movimientos al caminar le van a anticipar los escalones, así que no son un problema, a no ser que la persona a la que estás acompañando tenga también discapacidad motriz.

Algunos consejos finales (de metida, nomás)

Si acompañás a una persona con discapacidad visual por unas cuadras, no estás obligada a charlar con él o ella, a menos que los dos tengan ganas.

Si tenés ganas de contarle algo que ves y te llama la atención, podés hacerlo, pero no lo sientas como un deber.
Si no tenés tiempo de ayudar a una persona que se te cruza, no te sientas mal. A todos nos pasa que andamos a mil. Si él o ella te pide y vos no podés, explicalo nomás. Es más cuidadoso para todos que no andemos a las apuradas.

Si la persona te dice que no necesita ayuda, vos confiá. Nosotros sabemos lo que precisamos y también, como vos, podemos elegir.

Si te quedó alguna pregunta, ¡escribinos!

Redactora: Sofi Fernández

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