Tomar las calles para estar en todos lados: octava Marcha por Accesibilidad e Inclusión
El 3 de diciembre es el Día Internacional por los Derechos de las Personas con Discapacidad. Para conmemorarlo, en Montevideo se realizará este año la octava Marcha por Accesibilidad e Inclusión. Hoy te contamos por qué es importante esta marcha y cómo podés acompañarnos en nuestras reivindicaciones… no solo ese día, sino todo el año.
El derecho a estar
Empecemos con algunas preguntas que está bueno hacerse: ¿Conocés alguna persona con discapacidad? ¿Forma o formó parte de tu entorno cotidiano en algún momento? ¿Compartieron alguna actividad educativa o recreativa?
Quizá hayas respondido que no a más de una de estas preguntas. Si fue así, te invito a pensar en el porqué.
¿Será que las personas con discapacidad somos tan pocas que es casi imposible encontrarse con nosotros? No va por ahí. El 16,4 % de la población de nuestro país declaró tener alguna discapacidad en el último censo, del año 2011. La respuesta está más que nada en el hecho de que el entorno en el que vivimos no es accesible. Eso hace que las personas con discapacidad no podamos estar en un montón de lugares y que si logramos estar, lo hagamos con gran esfuerzo.
Para comprobarlo podés empezar a fijarte, por ejemplo, cuántos de los ómnibus a los que subís cuentan con rampas o cuántos de los lugares a los que solés ir tienen accesibilidad para personas con discapacidad motriz. Si querés, también podés mirar si las propuestas que se plantean en tu lugar de estudios o las actividades culturales que elegís serían accesibles para personas con discapacidad visual, intelectual o auditiva.
A esta inaccesibilidad de los entornos se suman un montón de etiquetas que a lo largo de la historia se nos han impuesto. ¿Nunca viste a alguien mirar con lástima o con miedo cuando descubre cerca a alguien con discapacidad? Al igual que todos los estereotipos que oprimen a las mujeres, los prejuicios sobre las personas con discapacidad generan barreras en el acceso a la educación, a la salud, a la recreación y al trabajo. Porque no es solo que los entornos físicos y las propuestas siempre han sido pensados para una persona sin discapacidad, sino que además, como efecto de los prejuicios, los estigmas y la indiferencia, muchas veces las personas no tienen interés ni disposición para hacer accesibles ninguna de estas dos cosas.
Las excusas son variadas. Pueden venir desde lo económico: “construir una rampa es muy caro y lleva tiempo”, “contratar un intérprete de lengua de señas también resulta caro”, “accesibilizar la información lleva tiempo y dinero”. Estas excusas suelen venir acompañadas de soluciones que responsabilizan de la situación a la persona con discapacidad: pensar que ella puede encontrar a alguien que la ayude a subir, le explique la información o la ayude a utilizar el aparato o la web al que no accede.
Estas son soluciones que en los hechos muchas veces encontramos para poder hacer actividades cotidianas, pero lo cierto es que limitan nuestra autonomía y dejan a los entornos en las mismas condiciones de inaccesibilidad, que vulneran nuestros derechos. También mantienen estas condiciones las actitudes de las personas: por ejemplo, cuando alguien impone su ayuda, sus preferencias o sus formas de hacer las cosas a una persona con discapacidad en lugar de consultar su opinión o preguntarle qué necesita o cuando en las instituciones educativas se rechaza o se excluye a niños y jóvenes con discapacidad en vez de buscar formas de aprender a incluir.
Exijamos la eliminación de barreras
A todas estas barreras hay que derribarlas estando atentas y exigiendo. Hay que exigir al Estado que se cumplan las leyes sobre derechos de personas con discapacidad. Hay que exigir que destine presupuesto para que todos los centros de estudio sean accesibles y que los docentes tengan herramientas para incluir. El personal de salud también tiene que estar formado para atender a personas con discapacidad de forma adecuada, respetando sus derechos. Necesitamos un transporte accesible para todos y eso es algo que se tiene que exigir a las empresas. Necesitamos que la lengua de señas uruguaya sea tomada como segunda lengua y se nos enseñe a todos en la escuela, porque si no, habrá muchas personas dentro de nuestro país con las que no podremos comunicarnos. Las personas con discapacidad tenemos que poder salir a la calle sin estar peleando constantemente con la violencia que nos impone la mirada de los demás. Necesitamos no escuchar comentarios de lástima, que no toquen nuestros cuerpos sin permiso cuando intentan ayudar, que no decidan por nosotros si queremos o no pasar primero en las colas.
¿Qué podemos hacer?
Para todo esto que necesitamos, es fundamental que todos participemos, que seamos conscientes de estas necesidades y las tengamos en cuenta en la vida cotidiana, que las comentemos con otros y nos organicemos para denunciar cuando vemos derechos vulnerados. Las personas con discapacidad somos protagonistas de estos procesos en nuestra vida diaria, cada vez que participamos en un nuevo lugar, y también en días especiales como el 3 de diciembre, cuando marchamos para visibilizar estas necesidades y que toda la sociedad comprenda que no tendremos un mundo más accesible hasta que nosotros no lo construyamos de acuerdo a las necesidades de todos.
Si querés acompañarnos, te esperamos el 3 de diciembre a las 18 h en la explanada de la Universidad.