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Ilustración de las capitanas de Nacional y Peñarol abrazadas.

Restringir a las mujeres: ¡un clásico!

13 Jun 2019 | Conversemos

Este domingo 23 de junio hay clásico, pero las entradas no están a la venta. Ingresan solo 200 espectadores por cuadro además de quienes tengan Carnet AUF. Las jugadoras deben armar una lista de invitados con nombre completo, cédula de Identidad y número de contacto al que se envía un código para el ingreso. ¿Por qué pasa esto? Te contamos sobre restricciones, diferencias y desigualdades en esta nota con las capitanas de Nacional y Peñarol.

Los comienzos de las capitanas

Hace 4 años que Florencia Vicente juega en Peñarol; es la capitana. Pero su amor por el fútbol viene desde hace tiempo. Cuando era chica iba a ver a su hermano a los partidos y se divertía jugando a la pelota en un costadito de la cancha con otros niños. A los 10 años empezó a jugar en una escuelita de fútbol, pero su sueño era jugar en el Club Deportivo Maldonado, donde entrenaba su hermano. Después de dos años, y tras mucho insistir, lo logró. Era la única niña jugando en toda la Liga de Maldonado. Pero los años de baby terminaron, ya no podía jugar con los varones y no había cuadros de mujeres en su departamento. Así que su trayectoria continuó en Montevideo: jugó en Inau, River, Rampla, Cerro, Colón y, ahora, Peñarol.

La capitana de Nacional se llama Valeria Colman y juega en el club desde el 2009. Vivía en un barrio rural en las afueras de Montevideo y ahí jugaba a la pelota con otros gurises. La canchita del barrio quedaba enfrente de la casa de la abuela de su prima, que también había jugado al fútbol en su época. Un día, la señora se le acercó y le habló del fútbol femenino, le dijo que tenía un conocido en Nacional, que tenía que ir. Su papá la llevó y así empezó la historia.

La profesionalización, el clásico y las restricciones

Valeria no recuerda cuántos clásicos lleva jugados: fueron muchos. Florencia cuenta nueve. Las dos coinciden en que la semana del clásico se vive con muchísima intensidad, se va acercando el día y los nervios empiezan a hacerse cada vez más presentes. Hablan de la emoción, de lo lindo que es jugar un clásico, de que se juega más que los tres puntos: se juega el orgullo y, la mayoría de las veces, el campeonato.

Pero esto no pueden compartirlo con la hinchada. Apenas algunos familiares y personas del ambiente tendrán la suerte de ver el partido más esperado del campeonato. Según las autoridades, esto debe ser así por una cuestión de seguridad, pero en el fútbol masculino ha habido incontables conflictos y se habilita la venta de miles de entradas.

Las jugadoras están de acuerdo en que esto trae consecuencias para el fútbol femenino.

“Si esto fuera sin restricción, pero con las medidas de seguridad correspondientes, llegaríamos a lograr que nos vea gente por fuera del ambiente del fútbol femenino. Los clásicos son atractivos de por sí, imaginate este que define un campeonato, ¿qué hincha de cualquiera de los dos equipos no querría ir? La medida de restricción se interpone al el crecimiento del fútbol femenino”, nos cuenta Florencia.

Organizarse para crecer

Los ingresos a los partidos clásicos no son la única diferencia que se hace entre fútbol masculino y fútbol femenino. Valeria nos cuenta que en muchos clubes las categorías femeninas “ni siquiera entrenan en canchas del club, entrenan en un parque, no tienen vestuario, si llueve no tienen dónde entrenar. Las canchas donde jugamos son muy malas y quedan muy lejos”. Y Florencia agrega: “Acá hay compañeras que salen a las 7 de la mañana con el bolso pronto porque después de un día largo de trabajo, estudio o en algunos casos ambas cosas, van a entrenar y todo por amor al arte”.

Por estas y otras razones, en setiembre de 2018 surgió OFU (Organización de Futbolistas Uruguayas). Después de la Copa América, la Asociación de Futbolistas de Chile hizo un simposio invitando a las capitanas, donde se habló del poco crecimiento que estaba teniendo el fútbol femenino en América Latina. “Vimos que de parte nuestra teníamos que empezar a hacer algo, porque si no lo hacíamos nosotras no lo iba a hacer nadie”, explica Valeria. “Nos contactamos con las capitanas de cada equipo, y por suerte se fue sumando mucha gente con ganas de empezar a crecer”.

Si les preguntás sobre sueños relacionados al fútbol, las dos hablan de ganar campeonatos internacionales, pero hay algo más urgente que mencionan en primer lugar: tener las mismas condiciones que un plantel de hombres. Que el fútbol femenino sea profesional y cada jugadora pueda dedicarse cien por ciento a practicarlo. Y los clásicos, como a cualquiera, les gustaría poder compartirlos con la hinchada.

 

Este artículo fue editado el 15 de junio, frente al cambio de fecha del partido. 

Redacción e ilustración: Clara

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