#YoMeQuedoEnCasa… ¿otra vez?
[Opinión]
Este es un intento de rescatar las memorias de aquellas mujeres que lucharon desde lo conocido para ellas: lo cotidiano de la casa y el barrio, que nos sirve para re-pensar las prácticas políticas del hoy y no bajar los brazos, sin tener que volver a cumplir estrictamente con los mandatos de género como los conocemos.
Creer que la lucha siempre se hizo en la calle es una ingenuidad. Y sin embargo, acá estamos, preguntándonos si no será el fin de la militancia como la conocemos, todo por un virus importado y no uno de esos contra los que solemos pelear, como los que tienen sillas cómodas en edificios importantes.
Hoy, 20 de mayo, como todos los años, se conmemora la vigésimo quinta Marcha del Silencio. Por razones que ya todos conocemos, no será en las calles, como es lo habitual desde sus comienzos.
Esta no es la primera vez que a las mujeres nos tocó militar desde casa. Pese a este fenómeno sanitario que vino como una bofetada más en nuestras caras, no es la primera vez que nos hemos tenido que organizar para hacer política desde el ámbito de lo privado.
Como feministas de la “cuarta ola” que crecieron en un mundo hiperconectado e inundado de información, tenemos discursos y mensajes de todo tipo que a veces son difíciles de conciliar con la realidad: por ejemplo, en los conceptos de femineidad y del lugar de la mujer, donde algunas quieren abolir estos mandatos y otras entienden que las mujeres somos sujetos políticos que han sido socializados bajo el sistema patriarcal, por lo que es difícil desprenderse de esa femineidad y ese lugar que «nos corresponde».
Haciendo un poco de historia, durante la dictadura muchas mujeres que no se encontraban en la clandestinidad luchando o presas por ello, estaban en sus hogares o en sus barrios organizando ollas populares, cacerolazos, armando viandas de comida para los presos, cuidando de los hijos tanto propios como ajenos, entre otra infinidad de cosas que también dicen lucha y que tal vez estén más conectadas con la femineidad clásica. Pero eso también es parte de la memoria. La historia de estas mujeres nos puede servir de ejemplo para pensar el hoy, donde el autoritarismo pesa fuerte en el continente, las políticas gubernamentales se vuelven cada vez más asfixiantes y la posibilidad de salir a protestar no va más allá de un cacerolazo en un balcón.
Algo más para tener en cuenta: muchas de esas mujeres politizadas que andaban por los recovecos de la clandestinidad y la política partidaria, una vez instaurada nuevamente la democracia, tuvieron que volver a sus hogares y, con ello, al rol que cumplían en esos hogares. Con la “vuelta al hogar” se dio un fenómeno bastante curioso; estas mujeres, cuyas vidas la política permeó hasta traspasar el cemento de las paredes de sus casas, se re-apropiaron de ese espacio como un espacio de lucha y resistencia. Con conceptos como «parir la revolución», «Amas de casa: a la conquista de un espacio propio» y revistas como «La Cacerola 2 » (que, no por casualidad lleva el nombre de un objeto que encontramos en la cocina y en revueltas populares) y «Cotidiano Mujer», las mujeres empiezan a cuestionarse su condición, paradas en esta «vuelta a la normalidad» que les toca atravesar en cuanto a lo cotidiano y a lo político.
Dirían las feministas de la segunda ola que estas dos palabras son sinónimos, por como nos resuena hasta hoy la tan conocida frase: «lo personal es político». Estas mujeres no solo logran replantearse y criticar qué es lo que constituye a la femineidad como institución, sino que también intentan apropiarsela a su favor para formar redes de resistencia, de eso que hoy llamamos “sororidad”.
A diferencia de otros feminismos (igualmente válidos) que buscan una abolición sin una respuesta que no sea una equiparación al mundo masculino, esta propuesta plantea la posibilidad de re-politizar la esfera privada para hacer de ella un ambiente «libre de discriminaciones».
Hoy, en los tiempos que nos toca vivir y con un montón de kilómetros transitados, de teorías y testimonios, no nos olvidemos de las mujeres que tenemos cerca. De las ex presas, de las que no llegaron a serlo pero por un pelo, de las que no están porque dejaron la vida en nombre de la libertad y de todas ellas que sostuvieron a sus compañeras y compañeros desde el lugar que pudieron y que posteriormente lograron incluso plantear y desentrañar conceptos e ideas innovadoras para los feminismos rioplatenses.
Hoy que estamos la mayoría en nuestras casas, no bajemos los brazos y aprovechemos a crear para no olvidar, para recordar, cada una desde su lugar, e intentar recuperar ese espíritu de lucha de muchas para que hoy podamos ser más libres. Que nos sirva esta instancia tan particular para crear desde casa nuevas formas de resistir, como todas esas mujeres que desde el hogar y el barrio hicieron que la resistencia fuese un hecho y no un decorado en los libros de historia.
Fuentes utilizadas:
Nelly Fagundez (PLEMUU). (Noviembre 1985). Amas de casa: A la conquista de un espacio propio. Cotidiano Mujer. Editorial num. 1, pg. 4.
Revista del grupo GRECMU (Grupo de Estudios sobre la Condición de la Mujer), primera vez editada en 1984.
Cotidiano Mujer. (Noviembre 1985). Editorial num. 1, pg. 4.
Redacción: Nazarena Otero
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