¿Qué es el patriarcado?
Hoy vamos a hablar sobre uno de los conceptos más discutidos y nombrados, algo que se retoma durante generaciones.
Desde que nacemos se espera de nosotras, como parte de una cultura e integrantes de este sistema de organización social donde la autoridad es ejercida por un varón jefe, cierto tipo de actuaciones y características. No importa si estas realmente definen quiénes somos, no importa si nos sentimos bien en o con ellas, ni siquiera importa si hablan de nosotras como los seres humanos que somos, sino que tienen que adaptarse a lo que “significa ser una mujer”. Así surge una presión en un simple bebé, alimentada por las personas más cercanas a este sin siquiera darse cuenta de las consecuencias que luego implicará en el nuevo ser humano.
Un poco de historia
El patriarcado no siempre estuvo presente. En regiones como Asia Menor y el Sur de Rusia en el 7000 a. C., las mujeres eran luchadoras y poseían armas de guerra, sus roles no eran definidos por su capacidad biológica o por el espacio doméstico e incluso no había una estratificación tan rígida de las ideas con respecto al género. Pero esto cambió radicalmente. Por un lado, la mala distribución de la riqueza llevó a la creación de ejércitos y gobernantes militares que luego pasarían su poder a sus herederos masculinos y, por otro, hubo una reacción contra la forma de vida nómada que tenían algunos de estos pueblos. De esta manera surgió un cambio en el lugar de la mujer en el mundo: las mujeres comenzaron a ser excluidas de las posiciones de poder y de los lugares públicos, a carecer de libertad sexual, retórica y económica. Y el arte que dejaron las antiguas civilizaciones asocia a lo masculino con justicia, razón y virilidad, mientras que el femenino se resume en fertilidad y naturaleza.
El propio Aristóteles, al que tanto veneran en los centros educativos, tuvo ideas profundamente incorrectas acerca del cuerpo femenino, que luego serían de mucha influencia en la Iglesia Católica medieval. Aristóteles veía a las mujeres como “subhombres”, como hombres imperfectos que, por no haber alcanzado la perfección, no eran dueñas de la razón.
¿Cómo nos afecta?
Es increíble que la lucha por la igualdad continúe. Los sistemas educativos están llenos de estereotipos de género. La hipermasculinidad y la hiperfeminidad se acentúan cada vez más en la continua propaganda, lo que genera una intensa presión en las personas para que “encajen” en las celdas muy definidas de lo que es el género. Hay que reconocer que las imágenes televisivas tienen un gran efecto en el comportamiento humano y las ideas que traen son las de un rechazo a todo lo femenino. Esta cultura enseña a los preadolescentes varones a no ver la humanidad en las mujeres y a objetivarlas y define la masculinidad de una manera bastante insalubre.
Deconstruir para volver a crear
Los paradigmas erróneos y las falacias políticas, sociales y religiosas de la comunidad humana a través de los siglos han provocado un grave sendero por el cual la humanidad camina alimentándose y retroalimentándose: el de dividirnos por simples diferencias sexuales y reproductivas. Pero existimos más allá de ellas.
Los fundamentalismos que fortifican los pilares del patriarcado están incrustados en nuestra médula y, por ello, necesitamos romper con lo establecido en nuestras mentes para juntas crear salidas. No es una lucha fácil, pero ¿cuándo lo ha sido?
Así que… ¿lo hacemos juntas?
Fuente
Documental The Ascent of Woman
Rocío Techeira
Me apasiona la filosofía, si hay algo que no tolero son las injusticias. Amo leer, escribir y crear teorías en mi mente. Luego de entender que el feminismo me liberó, mi meta se convirtió en transmitírselo a los demás.