Con la ingeniera eléctrica, por favor
Los celulares que utilizamos, el satélite que orbita en este momento en el espacio, las computadoras, las redes de transmisión de UTE, la música electrónica que bailamos sin parar, las radiografías, los marcapasos: en todo está la eléctrica. Su aplicación es tan cotidiana que ni la notamos, y su campo de divulgación es tan chico que ni nos enteramos.
Para romper las barreras que nos alejan de ese mundo hablamos con Carolina Allende, estudiante de Ingeniería eléctrica; ella ha participado activamente durante muchos años en proyectos de divulgación para acercar la ciencia a quienes no la estudian: «Me metí en todo proyecto que encontré para sacar el estigma de que somos unas cosas intocables que están allá arriba. Todos empezamos igual, nos dimos la cabeza contra la pared 700 veces estudiando algo, llegamos a donde estamos porque nos apasiona lo que estudiamos».
Conversamos con Carolina para saber más sobre ingeniería, qué lugar tienen las mujeres, ¡y que nos cuente del premio que ganó!
Marie Curie… y por ahí quedamos
No hay que ganar un Nóbel para ser científica. Carolina explica que hubo, hay (y ojalá siga habiendo) muchas mujeres que dediquen su vida a la ciencia. El problema es que fueron invisibilizadas (algunas de forma explícita, luego de que sus descubrimientos fueron robados por hombres, como es el caso de Rosalind Franklin y la doble hélice de ADN).
Carolina reproduce una charla que dieron participantes de Bardo científico en facultad: «Le decían a la gente que pensara en científicos, después en científicos mujeres, y ahí les hacían borrar a Marie Curie de la lista. Todo era silencio. Nadie decía ‘vos’ y señalaba a una compañera, por ejemplo».
¡Hay muchas mujeres trabajando en el ámbito científico! En este momento, en Uruguay, se dedican a eso. ¡Y vos podrías estudiar lo mismo!
Nadie cierra la puerta, ¿pero cómo está la cosa adentro?
Carolina dice que hay muchos prejuicios alrededor de las carreras de ingeniería (y de las ciencias en general). Ha escuchado personas que dicen que la discriminación de género en ingeniería no existe porque «nadie te cierra la puerta cuando querés entrar». El problema es que, una vez dentro, las diferencias se hacen sentir: y que sean invisibles sólo las hacen más difíciles de erradicar.
«A veces los prejuicios no aparecen de primera. Ahora, cuando te empezás a trancar en la carrera (porque siempre hay materias que funcionan como filtro, en todas las áreas) empiezan las dudas. A mí me trancó una materia re difícil en Eléctrica y me dijeron que capaz no me daba la cabeza para eso. Y es cualquiera. Por supuesto que la cabeza me da; trancarme no significa nada. Esos comentarios siempre son un tema de género», dice Carolina.
Para ella hay una brecha enorme entre el estudiante promedio de liceo y la exigencia de la Facultad de Ingeniería, pero eso es porque la base es mala, ni ahí es un tema de género. Si pensás que no te da la cabeza para estudiar estas carreras, ¡date la chance! No estás mal vos, no tenés un problema, no sos incapaz . ¡Podés estudiar lo que te gusta!
Ingeniería en computación e Ingeniería eléctrica son las dos carreras con menor número de mujeres matriculadas (todas las ingenierías son distintas, no existe «la ingeniería» como tal). La proporción de mujeres en las cátedras es muy chica en comparación con los hombres, «se nota que las gurisas no llegan». Es un ambiente súper masculino; a veces esas carreras ni siquiera aparecen como opción para gurisas cuando están terminando el liceo. Carolina quiere cambiar eso.
¿Qué importa el color de los cables? ¡Tremendo robot!
Hace dos años Carolina se sumó a un grupo de 20 mujeres (entre docentes y estudiantes) que querían realizar talleres de eléctrica y computación para adolescentes mujeres: pensados por mujeres, dictados por mujeres, para mujeres.
Carolina cuenta que cuando publicaron en el grupo de Facebook de estudiantes de Eléctrica lo que querían hacer, alguien les comentó, burlándose: «Les van a dar cables rosados». Bastante prejuicioso, ¿no? Las puertas están abiertas… pero después hay que enfrentarse a estas cosas.
«Fue mucho trabajo, pasamos noches enteras probando los sistemas, soldando, arreglando», dice Carolina sobre la experiencia, que terminó en tremendos talleres con gurisas de muchas instituciones participando. No se necesitaba ningún conocimiento previo, la idea era acercarse y conocer un poco de qué se trata el tema, aprender de forma divertida.
Los talleres eran cuatro, dos de computación (en los que hacían funcionar un robot) y dos de eléctrica (uno que también tenía un robot y otro en el que conectaban un circuito que se comunicaba con luces y hacía cosas re divertidas): «había cero presión, ellas probaban y nosotras las ayudábamos si necesitaban, pero las cosas las hacían ellas siguiendo la hoja de instrucciones».
Las jornadas estuvieron re buenas, y a Carolina también le demostraron que muchos prejuicios siguen vigentes: «Había gurisas que me decían que no les daba la cabeza para eso, que yo podía hacerlo porque sabía, y les expliqué que era igual que ellas pero me había dado la cabeza contra la pared seis años estudiando. Otras hablaban de quien era mi profesora y decían que ella podía porque era nerd (por usar lentes). No, ella sabe porque es la profesora. Todo eso sigue existiendo como idea instalada y la queremos cambiar».
El premio
Algunas docentes de Computación nominaron a este grupo de mujeres y su taller «Niñas en las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación)» al premio latinoamericano y del Caribe Frida. Este reconocimiento apoya proyectos que generen impacto social a través de algún contenido tecnológico y que signifiquen innovar en algún campo.
El premio consiste en una suma de dinero que el grupo piensa utilizar para mejorar la experiencia los años siguientes. Quieren llegar a más gurisas, cubrirle el viaje a las que quieran venir del interior, mejorar la tecnología que utilizan en las jornadas. «Existimos y queremos hacer el cambio que nos gustaría haber vivido a nosotras», dice Carolina.
¡Estamos re contentas por ellas! Queremos más mujeres estudiando lo que desean sin miedo a lo que pueda decir el resto, o creyendo que no son suficientemente inteligentes: porque todo eso es mentira.