Hace dos años, pañuelos amarillos en todo el Uruguay ondearon celebrando una gran victoria para el colectivo trans: en octubre de 2018 se aprobó la
Ley Integral para Personas Trans. Fueron más de dos años de discusiones y revisiones, hasta que la Ley Trans empezó a valer y, con ella, varias garantías de derechos para la
comunidad trans que van desde vivienda, educación, salud, trabajo e incluso reparación por violencia institucional.
La ley reconoce y atribuye derechos a un grupo conformado por cerca de mil personas en Uruguay (según el censo oficial). Está conformada por 24 artículos que visibilizan la discriminación sufrida por las personas trans en el país y establecen derechos a ser respetados en cuanto al acceso a oportunidades laborales y de estudios, vivienda, atención médica y otros. Podés conocer la ley completita en este
link.
Con motivo del segundo aniversario de la ley, entrevistamos a Collette Spinetti, referente del
Colectivo Trans del Uruguay (CTU). Collette participó del proceso de discusión del proyecto de ley en 2017 y ahora nos cuenta más sobre su experiencia como activista.
¿Quién sos y a qué te dedicas?
¡Tantas cosas! Soy profesora de literatura, trabajo en Secundaria. También soy profesora de danza. Hace años soy activista militante por los derechos de las personas trans. En 2012 empezamos a organizarnos más y a partir de ahí fundamos la primera organización enfocada en la comunidad trans, que lideré hasta el 2016.
En el 2017 se formó CTU desde una mirada mucho más descentralizadora y nacional, donde participan personas de todo el país. También tenemos una gran diversidad etaria, tenemos desde una pequeña integrante de 4 años, que va a reuniones con sus papás, hasta personas más grandes, hasta los 60 años. En el Colectivo tenemos una pata dedicada a la familia —padres, abuelos, hermanos, etc.— de personas trans, que se juntan para hablar y contar sus experiencias, dudas, miedos. Además hay otras divisiones: una general, una de masculinidad, una de feminidad, una de trabajadoras sexuales, una de personas privadas de libertad… son varios puntos de trabajo.
Yo también soy integrante de organizaciones internacionales, como por ejemplo de Cuerpo Libertad, una organización de la cual soy cofundadora, la fundamos una compañera mexicana y yo. Es una organización que integra organizaciones de diferentes países, trabajamos con personas privadas de libertad. También soy parte de la
Red Iberoamericana de Educación LGBTI y otros grupos. Vivo en Montevideo, en Cerrito de la Victoria. Nací en Paso de los Toros; ahí hice Primaria, Secundaria y después vine a hacer la carrera en Montevideo.
¿Cómo es ser trans en Uruguay?
Desde un punto de vista histórico, es muy difícil. Fijate que yo nací en 1965. En el 68 salieron las medidas prontas de seguridad. En el 73 se inicia la dictadura, que dura hasta el 84. Después tuvimos el primer gobierno democrático, que fue una pseudo-dictadura. Paso de los Toros era un bastión de la dictadura, había cuarteles de revisión y de tortura. Era muy difícil. Después, cuando me vine a Montevideo, nos llevaban presas. La vivimos bastante horrible. Y mismo en los primeros gobiernos democráticos, de Sanguinetti y Lacalle Herrera, seguíamos siendo llevadas presas. Esto pasó hasta el 98. Recién a partir de 2005 empezamos a visibilizar más las cosas, pero aún falta mucho en distintas áreas, como la inclusión laboral. A partir del 2005, cuando el Frente Amplio ganó y gobernó durante 15 años, ha habido mejoras a nivel político, pero no tanto a nivel cultural. Culturalmente nos falta una cantidad de trabajo.
¿Qué discriminaciones sufren las personas trans hoy en día?
Hoy en día las personas trans en Uruguay siguen sin inserción laboral, siguen siendo víctimas del bullying, siguen siendo discriminadas, violentadas. Hay una nueva generación de padres y madres, te diría entre los 40 y 45 años de edad o menos, que empezaron a apoyar, a aceptar a sus hijes trans. Sin generalizar, hay algunes, no todes. Al mismo tiempo, vemos que hay un gran avance del movimiento antiderechos, las iglesias neopentecostales, estos movimientos como «Con mis hijos no te metas». Todo depende también del territorio en Uruguay. No es lo mismo un padre o una madre no religiosa que viven en el sur del país, que un padre o una madre que vive al norte del país y que pertenece a una iglesia neopentecostal.
Hay muchos casos de aceptación, es verdad. Esa aceptación, ese entendimiento, lleva también a que las personas trans logren hacer sus trayectos educativos y terminar ciclos educativos. Pero también ahí hay que ver cómo es el ambiente educativo, si los padres se involucran, si hay situación de bullying o no, porque pasa que muchas personas trans terminan abandonando los estudios por bullying.
¿Cómo fue el proceso que transitaron hasta llegar a la aprobación de la Ley Trans?
Nosotras participamos de la discusión relevando y llevando las necesidades de la población trans. Estudiamos la situación de derechos en España y Argentina, por ejemplo. Escuchamos a personas trans y sus demandas de salud, vivienda, educación. Eso fue lo que nosotros hicimos, pero participaban otras organizaciones también.
En 2015 se conformó el Consejo Nacional de Políticas Públicas de Diversidad Sexual, que funciona en la órbita del MIDES. Participan representantes de distintas instituciones y representantes de la sociedad civil. Fue a este consejo que llevamos nuestras preocupaciones y empezamos a elaborar la Ley Integral Trans. Eso nos llevó un año, había muchas discusiones.
Toda la parte de los menores de edad conllevó pila de discusiones, por ejemplo. Queríamos el mismo objetivo, pero teníamos opiniones diferentes. Todo el tema de los menores era bien difícil para todo el mundo, pero teníamos ejemplos en los que basarnos, como
la Ley de interrupción voluntaria del embarazo, que prevé que las personas menores de edad puedan acceder. Entonces había antecedentes. Tuvimos que discutir, debatir, pensar, repensar, reelaborar…
Para pensar la ley contábamos con precedentes. En Uruguay existía desde 2009 la Ley de cambio registral, que te permite cambiar el nombre. También teníamos como ejemplo la Ley de cambio de nombre argentina. Estudiamos leyes del propio país y leyes de otros países, comparábamos los derechos, qué les funcionó, qué no, qué había que mejorar, etc. El 17 de mayo de 2017 presentamos el proyecto y al otro día empezó a revisarla la Comisión de Población, Desarrollo e Inclusión del Senado.
La ley se terminó votando en octubre de 2018, estuvo casi un año y medio en el Legislativo. En este tiempo hubo una cantidad de manifestaciones a favor y contra. Las manifestaciones en contra eran lideradas por grupos encabezados por las asociaciones neopentecostales. Decían barbaridades: que con eso se iban a dar hormonas así nomás a niños y niñas, que íbamos a vacunar con hormonas, íbamos a dar plata a todas las personas trans, entre otras cosas. Se juntaban grupos en contra de la ley, pero también estaban los grupos a favor de la ley, hasta que se votó. Y al final la ley fue aprobada por mayoría.
¿Y enseguida apareció un movimiento para revocarla, cierto?
A principios de noviembre presentaron la propuesta para sacar la ley. Y ahí tuvimos que volver a salir al campo, a ir a la lucha, a explicar, a enfrentar una cantidad de cosas, hasta que por fin no lograron la cantidad de votos.
¿Creés que esta movida contra la ley fracasó porque Uruguay está cambiando su mentalidad?
Por un lado sí, en 15 años se reconocieron muchos derechos, las personas vieron que hay una desigualdad social. Pero también hubo gran trabajo de las organizaciones de la sociedad civil y las personas trans. Yo recorrí el Cerro de punta a punta tres veces hablando sobre la ley, yendo a medios de prensa, etc. Hay gente que entendió las mentiras detrás de los argumentos de los que querían derrocar la ley. Confrontamos, desmentimos todo eso. Hubo una reflexión, mucha visibilización de la situación de las personas trans y de la comunidad.
¿Hubo muchos cambios entre la propuesta y la ley que al final se aprobó?
No lo tengo bien presente en el momento. Sé que tuvimos que hacer algunas adaptaciones de términos, como cambiar la expresión «niños y adolescentes» a «menores de 18 años». Muchos querían sacar toda esta parte, que no hubiese nada para menores de edad, ni cambio de nombre, ni hormonización, ni atención en salud. Pero, después de mucha lucha y testimonios de la Facultad de Medicina, del sindicato de médicos del Uruguay y muchas otras, se acordó la misma referencia que tiene la ley de la interrupción del embarazo para los menores de edad. Es decir, los padres tienen que dar permiso para cambios irreversibles si son menores de 18 años. Este fue uno de los acuerdos.
En tu opinión, ¿cuáles son las cosas positivas de la ley y en qué tenemos que seguir trabajando?
La ley tiene todo de positivo, toca los temas más preocupantes para las personas trans, como educación, trabajo, salud, vivienda. Además, es una ley. Por sobre todas las cosas, es una ley. Eso no garantiza que vaya a ser todo perfecto, claro. No garantiza que todo lo que exista en esta ley se vaya a cumplir, por lo tanto, tenemos que estar atentas a esto. De hecho, nosotras estamos poniendo en nuestra página web un Observatorio de la Ley Trans donde vamos a relevar si la ley se cumple en sus diferentes puntos.
¿Qué tiene de negativo? Mirándolo hoy, a la lejanía, y esto es absolutamente personal, yo te diría que capaz que ponerle de titulo Ley Integral para Personas Trans no fue un acierto, porque hoy se están visibilizando las personas de género fluido, las personas de género no-binario, entre otros. Tendríamos que haber previsto eso. Estas personas tienen quizás otras necesidades diferentes de las personas trans. Les compañeres festejaron la ley con nosotras, pero hemos tenido conversaciones más íntimas en las que nos han dicho que la ley podría haber tenido en cuenta otras cosas. Es una reflexión personal y de ahora que estoy aprendiendo de todo eso, en aquel momento no lo vimos.
¿Cuáles son los principales objetivos del Colectivo, en qué están enfocados hoy?
Hoy, con la situación en Uruguay, el cambio de gobierno, el avance de los grupos antiderechos y en el contexto actual, nosotras estamos buscando dos cosas desde CTU. Primero, seguir con la ayuda a las personas trans, desde ayuda alimentaria hasta apoyo en los procesos de cambio de nombre, asesoramiento legal, etc. En segundo lugar, nos estamos enfocando mucho en una red de cuidado que tiene que ver con el tema violencias: las microviolencias en ámbitos educativos, en áreas de la salud, etc. Estamos muy enfocadas en visibilizar la situación de las personas trans. En este momento estamos como alertas. Alertas, cuidando la situación y viendo que los derechos reconocidos empiecen a ser cumplidos.