En la mira: desórdenes alimenticios
Aunque términos como “anorexia” o “bulimia” son bastante escuchados, sigue siendo grande el desconocimiento sobre este trastorno que afecta en especial a las mujeres —10 de cada 100 mujeres jóvenes sufre un desorden alimenticio según la American Academy of Child and Adolescent Psychiatry— y a los adolescentes y jóvenes de hasta 25 años. En Harta queremos ahondar en el tema de los trastornos alimenticios para que puedas estar atenta a las señales de riesgo, tanto en vos como en tus amigas.
¿Puedo tener un trastorno alimenticio?
Cualquier persona puede padecer trastornos alimenticios. Son enfermedades crónicas que suelen manifestarse a través de cambios en los hábitos alimenticios: dejar de comer, hacer dietas muy estrictas, atracarse y utilizar métodos purgativos (laxantes, provocar el vómito). Es cierto que en general aparecen en la adolescencia, donde los cambios en tu cuerpo son grandes y aparecen muchas nuevas presiones sociales, aunque su desarrollo es progresivo, por lo que podés tener algunos síntomas durante tu juventud y desarrollar el trastorno cuando seas adulta.
Si bien en la cultura popular estos trastornos suelen estar relacionados con la necesidad de encajar en los cánones de belleza impuestos en la sociedad —el ideal de la mujer muy delgada—, los desórdenes alimenticios pueden tener causas muy diversas y síntomas variados, entre los que la American Psychiatric Association destaca en el DSM-IV la alteración de la imagen personal. Cuando se mira al espejo, la persona que padece esta enfermedad ve un cuerpo que no es el suyo: exceso de peso y de grasa corporal, una silueta deforme y poco atractiva.
Esto puede resultar difícil de entender para los que no sufren este trastorno, porque existen métodos fiables para saber si tenemos sobrepeso u obesidad (la balanza o la cinta métrica, por poner dos ejemplos a los que se puede acceder fácilmente). No es que una persona con anorexia no los utilice, es solo que su mente está tan invadida por esa autopercepción errónea que no puede creerle a la balanza.
¿Cuáles son las principales causas de los trastornos alimenticios?
La literatura médica muestra casos de pacientes con trastornos alimenticios que datan de siglos atrás, aunque eran casos aislados y muchas veces relacionados con la fe (se hacían ayunos para honrar a Dios o para acercarse a él). Fue recién en el siglo XX cuando se empezó a popularizar el término de anorexia nerviosa y, finalmente, el de desórdenes alimenticios. Por ende, se podría decir que se trata de una enfermedad moderna.
Pocas veces se habla de que la causa principal de los trastornos alimenticios es la idea de control: la persona siente que su vida está perdiendo el control y la comida pasa a ser el eje a partir del que se basa su vida. Todas las actitudes se basarán en el control de la comida, en especial, de las cantidades. ¿Por qué la pérdida de control? Puede que la persona afectada esté pasando por un momento de ansiedad o de depresión (recordá que son dos enfermedades mentales reales, no las banalices), viva en una familia disfuncional o sobreprotectora, o también en una donde sufra abusos.
Otro factor de riesgo importante es la propia personalidad y autopercepción: aquellas personas que son muy exigentes consigo mismas, perfeccionistas o que tengan expectativas poco realistas suelen tener mayor tendencia a padecer desórdenes alimenticios; así como también personas que tengan autoestima baja o valoren negativamente su imagen corporal.
¿Por qué nos afecta más a nosotras?
Algunos teóricos plantean que los desórdenes alimenticios nos afectan más a las mujeres porque son trastornos ligados a la cultura en la que vivimos. Sí, como lo leés: nos enfermamos por vivir dentro de una sociedad. La anorexia y la bulimia dejan al descubierto que el rol que se nos exige a las mujeres en la sociedad es contradictorio, y por eso nos cuesta tanto encajar en el molde de perfección que se nos pide.
La mujer “perfecta” debe ser exitosa, autosuficiente, eficaz y trabajadora; pero al mismo tiempo debe cumplir con los estándares de su antiguo rol (sumisa, madre, esposa, abnegada, dulce). Estamos en conflicto.
En la actualidad, además, las mujeres recibimos un constante bombardeo publicitario, lleno de imágenes de mujeres “perfectas” a base de Photoshop, modelos con cuerpos que no representan la variedad corporal de nuestros cuerpos. Al mismo tiempo, la sociedad nos señala con el dedo nuestra misión casi única: ser bonitas y deseables para los hombres. Muchas veces, las mujeres que no entran dentro del ideal de belleza son ridiculizadas o señaladas, su cuerpo expuesto a la mirada de los demás.
Muchas mujeres no aguantan esa presión y acaban por ceder ante Ana y Mia, los nombres ficticios que le dan a la anorexia y la bulimia muchas de las mujeres que sufren estas enfermedades. Es curioso, ¿verdad? Una serie de trastornos que afectan casi en su totalidad a mujeres son representados con nombre de mujer.
Pero acordate: no estás sola. Lo mejor que podemos hacer como mujeres es aliarnos para cuidarnos. Si entre todas nos protegemos y logramos un mundo mejor, podemos conseguir que problemas tan grandes como los desórdenes alimenticios dejen de existir.
Amo las papas fritas. Machista en reconstrucción hacia un feminismo que nos libere. Una vieja de alma en un cuerpo relativamente joven. Escribo, corrijo, edito, leo, duermo.
Ilustración: Ini