Hablemos de feminicidio
Hay temas de los que no podemos dejar de hablar. ¿Escuchaste alguna vez la palabra feminicidio? Ojalá no necesitáramos esta expresión, pero hoy, con una mujer asesinada por semana en Uruguay en lo que va del año, hay que entenderla y utilizarla.
¿Qué es un feminicidio?
Es el asesinato de una mujer por su género. Este término ha generado debates infinitos. Hay personas a las que les parece absurdo afirmar que se mata a alguien por ser mujer.
¿Por qué lo utilizamos? Porque el género sí tiene que ver en el homicidio, ya que se enmarca en un sistema social que históricamente ha relegado a las mujeres a espacios invisibles y dependientes (de varones).
Ser mujer significa algo, y es ese simbolismo el que legitima la violencia. La idea de que supuestamente los varones son mejores que nosotras es lo que les da poder (un poder que es figurado, pero que se traduce en términos materiales).
Feminicidio y femicidio, ¿son lo mismo?
No. El feminicidio tiene en cuenta todo el sistema de disparidades y el rol del Estado en la problemática. Se considera que es sistémico, justamente porque refleja todas las desigualdades: sexismo, misoginia, relaciones de poder. En la Real Academia Española aparece el término feminicidio para definir el asesinato de mujeres por su sexo (definición que sabe a poco, porque no habla de género, se reduce a lo biológico).
La palabra femicidio refiere al asesinato de mujeres sin tener en cuenta su condición de tales. Por ejemplo: si una mujer es atropellada en la calle, sería un caso de femicidio, porque el género de la persona asesinada no tuvo que ver.
Estas palabras suelen ser confundidas y utilizadas como sinónimos. En Uruguay, aparece el término femicidio para hablar de crímenes a mujeres por ser mujeres; es decir, se utiliza de la misma manera que feminicidio.
No son casos aislados
Disclaimer: para hablar se generaliza. Así que, para ahorrar el «no todos los hombres», se aclara que este texto no se refiere a la suma matemática de cada individuo hombre, sino al concepto, a la ideas hegemónicas. Habla del marco en el que los individuos nos movemos, independientemente de cómo actúe cada quien.
No es exagerado decir que los hombres se creen dueños de las mujeres. En la sociedad occidental, hubo un tiempo en que lo eran, efectivamente (sobre este tema, Simone de Beauvoir en El segundo sexo habla largo y tendido). Y al día de hoy, en Oriente, en países que parecen tan lejanos y distintos, sigue ocurriendo. Acá, aunque no sea de facto la pertenencia, la idea subyace en la sociedad y las conductas se amoldan a ella: “Hay criminales que proclaman tan campantes: ‘la maté porque era mía’”
La diferencia de fuerza física pone a hombres y mujeres en situación de desigualdad. Un cuerpo biológicamente masculino tiene en promedio 40% de masa muscular, y uno femenino 25%. Eso genera una relación de poder dispar y nos vuelve propensas a ataques físicos.
La dependencia económica también está enmarcada en muchos factores: los hombres ganan más que las mujeres, llegan más fácil a altos cargos, y en general, los cuidados recaen en las mujeres y eso implica muchas veces dejar el trabajo remunerado. Cuando decimos que los asesinos son locos sueltos, que están mal de la cabeza, suponemos que es un problema privado, que el Estado no tiene poder de acción. Nos alejamos de la situación, no empatizamos: duele sentir que también nos puede pasar.
Independientemente del análisis psicológico de los feminicidas, observar las bases sociales de las relaciones entre hombres y mujeres nos da pautas de que no son casos aislados. La violencia de género se ha legitimado y es una expresión más del sistema: por dependencia, por fuerza, por la idea de pertenencia, porque la sociedad da la espalda y se escuchan frases como “algo habrá hecho”, “eso es un tema privado”. Pero nosotras sabemos que lo personal es político.
¿Es descabellado pensar que todos estos factores influyen en que un hombre piense que es superior, que puede dar órdenes, violentar de cualquier forma a una mujer, ejercer ese poder simbólico, hasta llegar a asesinarla?
Es norma
El año pasado se modificaron dos artículos del Código Penal y se agregó la tipificación de femicidio (que, como explicamos, lo define como sinónimo de feminicidio) que tiene en cuenta que los asesinatos de mujeres no nacen de la nada. Es importante entender qué se determina para entender cómo se juzga.
- (Femicidio) Contra una mujer por motivos de odio, desprecio o menosprecio, por su condición de tal.
Luego aclara que, aunque puede haber más formas de expresión de violencia hacia las mujeres, se toman en cuenta estos a la hora de afirmar que el asesino era movido por el odio o el menosprecio a la mujer, por ser mujer:
- a) A la muerte le hubiera precedido algún incidente de violencia física, psicológica, sexual, económica o de otro tipo, cometido por el autor contra la mujer, independientemente de que el hecho haya sido denunciado o no por la víctima.
- b) La víctima se hubiera negado a establecer o reanudar con el autor una relación de pareja, enamoramiento, afectividad o intimidad.
- c) Previo a la muerte de la mujer el autor hubiera cometido contra ella cualquier conducta que atente contra su libertad sexual.
Hay personas que creen que está bien separar los feminicidios de otros homicidios, otras que piensan que no sirve para nada o que no es suficiente en la lucha. Sea cual sea tu postura, es importante saber que las palabras sí importan. Utilizar el término feminicidio pone sobre la mesa la causa del homicidio, pero también todo el sistema de desigualdades de género. Resaltar eso es un paso más en el camino hacia un mundo en el que no tengamos que llorar más muertes de mujeres.
Cachi Vivo y escribo, por eso a veces se me mezclan. Enamorada de las palabras y su forma de construir realidades. Ya dijo Galeano que estamos hechos de historias. Cuando me pierdo, voy a buscarme entre las olas.